Lucy Kellaway

Debate epistolar sobre las reglas para la vida modernL

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Por: Lucy Kellaway | Publicado: Lunes 5 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Querido Señor David: La última vez que intercambiamos correos estábamos debatiendo la cantidad adecuada de posesiones que uno debe tener. Tras haberme deshecho de la mayoría de mis cosas, sostuve que sus tres viviendas en el centro de Londres, cada una de ellas llena de antigüedades, artefactos y cientos de camisas bordadas con monogramas, eran un tanto excesivas. No puedo expresar lo muy reivindicada que me sentí tras visitarlo en su “set” en el Albany de Piccadilly y ver que había vendido una de sus propiedades y despachado su contenido a Christie’s.

Esta vez le escribo para felicitarlo por la publicación de su nuevo libro, Reglas para la Vida Moderna, una recopilación de sus mejores columnas en FT. Al comienzo, cuando vi los comentarios en la tapa de Eric Schmidt, el Duque de Marlborough, Sir Mick Jagger, Joanna Lumley y otros gigantes, pensé que se trataba de un ardid brillante. Luego repare en que todas estas personas probablemente han disfrutado de su hospitalidad en sus hogares y estaban en condiciones de comentar cómo aplica en la práctica sus propios consejos.

También me agradó el título. En este mundo en que todo vale necesitamos reglas y encontró un par de las suyas que yo ya estaba siguiendo. Ni usted ni yo mandamos tarjetas de Navidad. Coincido en que los hoteles no deben doblar la colcha y que es buena idea usar el buffet del desayuno para almorzar. Incluso concuerdo en que se puede ser feliz sin poza vasos ni decantadores de vino.

Pero no podemos coincidir en todo. Yo veo mi trabajo de columnista como una forma de reducir la angustia de los lectores. Usted parece querer aumentarla. Dice a los pretendientes nunca enviar flores con tarjetas porque así es más romántico. Yo pienso que además de desperdiciar el dinero crearán en la persona que las reciba grandes expectativas de que las envía alguien más interesante. Usted dice a nuestros lectores que la mejor forma de saludar a alguien cuando hemos olvidado su nombre es decir el primero que se nos venga a la cabeza. ¿Es una broma?

Pero peor aún, le prohíbe a los lectores usar anillos con emblemas a menos de que su familia de verdad posea algún escudo. Y es muy brutal sobre las servilletas de papel, que yo amo, afirmando que son solo pañuelos. ¿No es acaso la primera regla de la vida moderna que ya no está bien ser un snob? Estuvo bien para los Mitfords pero ya no más.

Uno de los muy famosos personajes que aparecen en su libro es la Reina. Dijo que la vio empujar sus arvejas con el lado equivocado del tenedor, y agregó que si está bien para Su Majestad, está bien para el resto de nosotros. ¿Tendremos que tomar sus “reglas” de la misma manera? Que si son suficientemente buenas para Sir David Tang...

Gracias por su delicioso café de hoy.

Lucy Kellaway

Tiene razón en defender su cruzada en favor del minimalismo. Bajo su influjo mi esposa me torturó hasta el punto de que capitulé. Simplemente lancé desde nuestra casa de siete pisos todo, a un basurero o al Christie’s Kensington. Ahora sólo queda un impersonal cheque de la casa de subastas para recordarme de mis 20 años en Eaton Terrace. Quizás esté bien, porque nunca me gustó la clase media-alta y Eaton Terrace es terriblemente clase media-alta.

Por otra parte, estoy encantado de que haya comenzado a leer mi libro aunque no puede reclamarme mi aversión a las servilletas de papel, que pertenecen más a un antro de masajes en Bangkok.

En cuanto a los anillos blasonados, ya nadie los necesita para sellar cartas con cera, su función original, por lo que deben ser abandonados. El Duque de Edinburgh no los usa. El Príncipe de Gales sí, pero él es heredero al trono y tiene derecho.

También se equivoca sobre enviar flores sin una nota. Todo el punto es crear una pequeña aura de misterio.

Nosotros los hombres entendemos verdaderamente eso, pero las mujeres por lo general no. Por eso es que los hombres son mucho más efectivos para dar consejos sentimentales que las mujeres ya que los hombres nunca soñarían con escribirle a una mujer para pedirle consejo, mientras que si le escribirían a otro hombre porque los hombres no confían en los consejos de una mujer, al menos no en materia de intimidad o intuición general.

Así que espero que encuentre más perlas de sabiduría masculina en mi libro, y las comparta con sus lectores. Como amigos y colegas de FT voy a pasar por alto cualquier violación del copyright.

En cuanto a los comentarios y referencias que recibí para mi libro, ¡parece sugerir que estaban inflados u obtenidos a base de sobornos de pasada hospitalidad! ¿Cómo puede ser tan brutal, ya que mis citas de alabanza son prístinas como un himno del coro? ¿O será que está celosa? Usted ya es la escritora más antigua y popular de FT, y debe dejar que también otros obtengan las alabanzas.

David Tang

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